Antecedentes históricos_
Nunca un tributo supuso tanto para un lugar. Desde el siglo XII, el pago de las rentas al Monasterio de Oseira, desde los territorios litorales bajo sus dominios, era el motor económico de la comarca. El monasterio cisterciense contaba con más de mil propiedades, que se extendían hasta la costa de Marín. Alfonso VII había donado en el año 1151 las tierras a los monjes.
En el siglo XIII los monjes obtuvieron del Rey Sancho IV la concesión de una feria mensual donde comercializaban los productos excedentes, fundamentalmente el pan.
Desde el siglo XVI, es habitual que desde Marín se realizase el pago por los derechos de fuero a los frailes en pulpo, abundante en la ría de Pontevedra. El cefalópodo es fácilmente transportable, ya que puede ser secado manteniendo sus cualidades alimenticias y culinarias. Con una preparación aparentemente sencilla, el pulpo se populariza como comida a lo largo de toda la comarca en un primer momento, expandiéndose posteriormente.
El pulpo de O Carballiño, gracias al arte y buen hacer de las pulpeiras de Santa María de Arcos dio origen a la celebración de una de las fiestas gastronómicas más importantes, A Festa do Pulpo, que se celebra cada segundo domingo de agosto en el Parque Municipal siendo considerada desde 1969 Fiesta de Interés Turístico.
Algo más que una casa de comidas_
Casa Gazpara fue, y es uno de los espacios simbólicos de O Carballiño. Siempre ha sido lugar de encuentro, donde poder reunirse sobre un buen plato de pulpo, funcionando como condensador social, además de su uso como taberna.
Como espacio cultural, fue el epicentro literario de la villa, donde se reunían los participantes del grupo Tasca y Literatura liderados por el escritor D, Xosé Fariña Jamardo. La hibridación entre cultura y gastronomía es por lo tanto su seña de identidad más reconocible.
La edificación de 1887 sirvió también como base de la Peña Casa Gazpara, una asociación cultural que realizaba viajes, y organizaban comidas periódicamente.
Premisas_
El proyecto de reforma de la edificación responde a la necesidad de la propiedad de recuperar la edificación, y, sobre todo, la esencia de Casa Gazpara como nodo de confluencia vecinal. Además de la puesta en valor como restaurante, recobrando el espíritu de la cocina tradicional de nuestros ancestros, se pretende que sea un icono de la villa, un elemento dinamizador de la vida cultural.
Se intenta rehabilitar la edificación de la manera más cuidadosa posible con el patrimonio, cuidando especialmente la ejecución y los materiales de acabado, siendo lo más respetuosos con el entorno y con el pasado de la edificación.
Se opta por un programa mínimo, situando en planta baja la zona de barra, restaurante, aseos, cocina, y vestíbulo de acceso.
En la planta primera se incorporan el comedor principal, zona de circulaciones y un pequeño oficio. En la segunda planta se plantean un comedor independizable en dos comedores más pequeños, una zona de paso y circulaciones, aseos y un oficio con una cocina de apoyo. En la última planta, el programa funcional está formado por un despacho, un vestuario con aseo para lo personal, área de descanso, zona de instalaciones, cuarto de preparación de pulpo, cámaras de frío y de congelación y el área de almacenaje.
Entre la planta baja y la primera se genera un espacio a doble altura que nos permite la articulación visual entre los dos niveles, comunicando visualmente ambas dependencias.
En cuanto al concepto de la intervención, en la zona de la edificación más antigua, se realiza una labor de recuperación de la arquitectura tradicional, manteniendo las carpinterías de madera, recuperando el rejuntado tradicional de piedra.
Con respeto a las plantas superiores, después de un análisis tipológico de huecos, se elimina la fachada previa de planta segunda, que carece de cualquier tipo de interés, y se proponen un revestimiento de madera, con sistemas constructivos contemporáneos, pero recuperando la lectura de huecos, y el equilibrio de huecos/macizos de las construcciones tradicionales.
Aunando tradición y modernidad, se pretende que la intervención sirva de homenaje al buen hacer, y a la maestría que las pulpeiras de Arcos, que han convertido al Pulpo á Feira en uno de los manjares más internacionales de la gastronomía de O Carballiño.
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